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Un mural para Venturelli / Sueños compartidos 
Fundación Venturelli, Museo Nacional de Bellas Artes
2018

En el contexto de los 30 años del fallecimiento del gran dibujante y muralista chileno, José Venturelli, la Fundación que lleva su nombre y la Red Mediación Artística proponen una experiencia de Mediación Artística Transformativa que traza una trayectoria entre varios mundos, a través del encuentro intergeneracional con niñas y niños que inician su proceso de alfabetización, y artistas que se identifican con generaciones pasadas, pero cuyas obras están hoy tan vigentes como antes.

 

Invitamos al 2°A de la Escuela Benjamín Subercaseaux, de La Granja, y a la histórica Brigada Muralista Ramona Parra (BRP), representada por Alejandro Mono González y su hijo Sebastián, a construir una experiencia de creación colaborativa, que se desplaza desde el aula a un recorrido por cinco (5) instituciones culturales distintas (Centro Cultural Espacio Matta, Museo Nacional de Bellas Artes, Museo de Arte Contemporáneo, Museo de Artes Visuales, Centro Gabriela Mistral). 

 

La idea es relevar el derecho de niñas y niños a exponer sus concepciones de mundo, y aportar sus sueños personales a la construcción de los sueños compartidos. Creemos que el dibujo es la herramienta precisa para recoger sus sensibilidades y representaciones, y el mural el medio perfecto para amplificarlas. Ambas prácticas se basan en el ejercicio de trazar, como forma natural de materializar lo intangible en formas simbólicas.  El trazar es una extensión del Ser desde la corporalidad. Por lo tanto, más que un lenguaje estrictamente visual, el dibujo constituye una forma esencial de expresión y comunicación en el espacio, sobre la que se soporta todo el conocimiento humano, no sólo el Arte. Para aprender a escribir, primero debemos aprender a dibujar, lo mismo que para aprender a labrar la tierra, construir caminos y muros para pintar.

 

Así como la vocación humanista de la obra de José Venturelli influyó en la iconografía inicial de la BRP, queremos que las prácticas de arte social que caracterizan a este colectivo ayuden a promover una interacción horizontal entre arte y escuela, y relevar el derecho de niñas y niños a ser reconocidos como productores de cultura, y no solo como receptores pasivos. Para ello generamos una metodología que se sustenta en varias visitas al aula, y que valora el espacio de creación autónoma (sueño personal), como condición imprescindible para fomentar la creación colaborativa (sueño compartido), lo que decanta en las fases que se describen a continuación:

Sueño personal

Al visitar al 2°A por primera vez, en su aula, luego de saludarnos y presentarnos, las niñas y niños son invitados a cerrar los ojos y a soñar despiertos, sin límites, a partir de la siguiente pregunta:

¿Cómo te gustaría que fuera en el futuro la ciudad donde vives hoy?

Se les propone pensar en lo que les gusta hacer, ver, sentir, pero también, en qué anhelan y quisieran experimentar. Mientras permanecen con los ojos cerrados imaginando en su espacio individual, silenciosamente, se distribuyen materiales sobre los pupitres. 

Cuando abren los ojos, se encuentran, sorpresivamente, con lápices negros y hojas blancas. Se les invita a trazar sus sueños ahí, antes que se desvanezcan. 

Sueños compartidos (diálogo)

Acabados los dibujos personales, se les motiva a reflexionar sobre la importancia y la necesidad de imaginar un futuro compartido con muchas personas distintas. Se les propone hacer una obra de arte colaborativa sobre ese tema, a partir de la siguiente pregunta:

¿Cómo les gustaría que fuera en el futuro la ciudad donde viven hoy?

Se divide el curso en cuatro grupos y se deconstruye la ortogonalidad habitual del aula, organizando los pupitres individuales como mesones de trabajo colectivo. En el contexto de cada grupo, se le entrega un pliego de cartulina blanca, y las niñas y niños escogen un elemento trazado en su “sueño personal”, para regalar al “sueño compartido”. En una escala ampliada, vuelven a trazar los elementos sobre papeles en blanco, los recortan, y los disponen sobre el soporte común, y basados en argumentos y consensos, se genera una composición, que es intervenida nuevamente por todas y todos, con nuevos trazos y colores. Una vez terminada la obra, cada grupo acuerda un nombre para bautizarla. Finalmente se ponen todas las obras en una pared, con una cédula con sus nombres, como si se tratase de una exposición en una galería de arte o un museo.

Ensamble (interpretación) BRP

Dado que son cuatro grupos, el resultado es igual número de obras colectivas, las que serán constitutivas de un único mural de cuatro caras, que se realiza con la colaboración de la BRP.

 

Para transmitirles a ellos las diversas lecturas, sensaciones, acuerdos y divergencias, que nutrieron esos dibujos, cada niña y niño recibe un sobre con un papel dentro, con la siguiente petición: “escribe aquí lo que significa la obra para ti”. 

 

Los sobres son entregados a los muralistas, quienes, teniendo en cuenta, además del contenido de las misivas, los “sueños personales” y los “sueños compartidos”, hacen una interpretación libre, que es trazada sobre 4 bastidores de tela de 2x2 mts que se montan como un muro cúbico, para itinerar por Santiago.

 

El viernes 3 de agosto, volvemos a la escuela junto a la BRP, y con el cubo ya trazado, invitamos a los niños a reencontrarse con su obra, conocer a Mono y Sebastián, y pintar el mural.

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