El pasado mes de julio del 2014  participamos en Aysén de un proceso abierto de conversación, un encuentro con educadores en el marco del programa de mediación de la Itinerancia de la Galería Gabriela Mistral, del cual participamos el 2013 y que continúa este año fuera de la Región Metropolitana.

Al hablar reconocimos que en nuestra cultura el “Arte” parece estar destinado a transformarse en “Obra”, trabajos de “Artistas” que se retiran para entregarnos un producto final, objetos expuestos en galerías observados por espectadores que acuden en soledad y silencio. Pero en éste hablar de las personas de Aysén, también aparecieron otras voluntades, la necesidad de explorar otras relaciones de producción entre los textos, las imágenes y nuestras vidas, posibilidades donde el silencio que se nos ha impuesto, sea interrumpido por un murmurar. Estas voces – de las personas de Aysén – quieren confundir el arte con el afecto y la solidaridad, con la naturaleza y su infinita interacción, con el territorio y su inmensidad… Ellos, más allá de los objetos, reconocen “el arte” en la interacción de las múltiples “formas-de-vida”, en los ensayos de otras posibilidades de producir colectivamente las ficciones de su propia comunidad. El aprecio y las críticas al “arte” que nos susurraron las personas de Aysén estaban llenas de centellos imaginativos, chispazos futuros que dejaban escuchar los pastos de la Patagonia crecer.